Este mes de noviembre, las jornadas de novela histórica madrileña vendrán acompañadas de eventos muy interesantes. Este acontecimiento anual recoge historiadores como Juan Manuel Castellanos Oñate y Sergio Ramiro Ramírez. Junto a su labor, podremos disfrutar de tertulias entre escritores conocidos como Lorenzo Silva y Olalla García.

Todos ellos conectados por un elemento común: el emperador Carlos. Descubre algunas anécdotas de este personaje y disfruta de la feria de novela histórica madrileña sabiendo ciertas curiosidades.

El emperador que nació en una letrina

Con un padre libertino y una madre loca, Carlos estaba destinado a tener una vida personal bastante movida. En este aspecto, el trono del Sacro Imperio Romano Germánico no sería el primero que ocuparía. Las depresiones y dolencias que le atribuían sus contemporáneos se vinculaban a su curioso nacimiento.

Estando su madre Juana La Loca preñada, acudió a una fiesta en el Palacio de Prinsenhof (Bélgica) acompañando a su marido. Ante un dolor intenso en el vientre que atribuyó a una indigestión, acudió rauda a las letrinas. Cuando la princesa fue consciente que estaba de parto ya era demasiado tarde para avisar a nadie.

Algunos historiadores, presentes o no en la semana de la novela histórica madrileña, piensan que puede atribuirse a una habladuría. En los siglos XV y XVI era costumbre que los partos fueran presenciados por testigos que dieran fe de la legitimidad del párvulo.

Sin embargo, existen suficientes referencias históricas para pensar lo contrario. Los problemas epilépticos, de bulimia y motrices que sufrió Carlos, se atribuyeron a su inconveniente alumbramiento. Carlos ocupo nada más nacer, un trono en el que tampoco se ponía el sol. Sin duda un comienzo digno de aparecer en una obra debutante en la feria de novela histórica madrileña.

El soberano al que le costaba mascar

Aunque no es ninguna novedad los problemas que acarreaba las interacciones incestuosas, eran normales en la época. Impulsados por matrimonios políticos, los monarcas europeos no poseían pudor alguno en casarse con familiares cercanos. Al final, un discurso sobre el incesto monárquico durante la feria de novela histórica madrileña sería bastante realista.

En lo que respecta a Carlos, sus proporciones corporales, aunque correctas, no estuvieron a salvo de ciertas deformidades. Lo que más llamaba la atención del monarca, era su mentón prominente, que le impedía encajar bien la mandíbula. Para él, era difícil alimentarse y no podía evitar balbucear al hablar. Por esto quizá fuera bastante parco. El embajador veneciano Gaspar Contarini nos da una descripción del monarca.

[…] en él ninguna parte del cuerpo se puede afear, excepto el mentón, o sea todo el maxilar inferior, el cual es tan ancho y tan largo que no parece natural de aquel cuerpo, sino postizo, donde sucede que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores, antes los separaba un espacio del grosor de un diente, de donde en el hablar, máxime al terminar la cláusula, balbucea alguna palabra, lo cual frecuentemente no se entiende muy bien.

Un hombre enamorado de su esposa

Aún con la existencia de hijos extramaritales, el emperador Carlos siempre fue fiel amante de su esposa Isabel. Teniendo cuatro de ellos antes de casarse y solo uno después de enviudar, su matrimonio siempre fue firme. Sin seguir los pasos de su padre, cuyos líos de faldas eran bien conocidos, se mantuvo leal a su cónyuge. Siendo una práctica poco común en la época y que tiñe la semana de la novela histórica madrileña de un halo romántico.

Religioso convencido, estaba poco inclinado a los libertinajes y aconsejaba a su hijo controlar los impulsos carnales. Tuvo la suerte de desposarse con Isabel de Portugal, mujer aclamada por su belleza en toda Europa.

Lo que inició siendo un matrimonio político impulsado con el objetivo de consolidar la unidad peninsular, pronto derivo a un amor platónico. Carlos V de Alemania veneraba a su esposa y su confidencialidad era tal, que permitió su intervención en el gobierno. La opinión del embajador de Portugal en una carta escrita al rey Juan III plasma su relación.

[…] entre los novios hay mucho contentamiento, a lo que parece…, y cuanto están juntos, aunque todo el mundo esté presente, no ven a nadie; ambos hablan y ríen, que nunca hacen otra cosa.

Las crónicas recuerdan a Isabel como una mujer que no temía dar su opinión incluso en contra de las creencias de su marido. A pesar de su inexperiencia, hizo buen uso de la confianza de Carlos, sobre todo en defensa de los castellanos. Mujer valiente, bien informada de los asuntos de estado y dueña de una inteligencia que su esposo elogiaba sin pudor.

Sin embargo, las largas separaciones maritales y el recrudecimiento de su salud por los embarazos afectaron a su ánimo. Al final, el aborto de su séptimo hijo causó su muerte a sus 35 años. Carlos se retiró al monasterio de Santa María de la Sisla donde se refugió en la fe para superar su pérdida.

Celebró su funeral antes de su muerte

El emperador Carlos estuvo muy obsesionado con la muerte en sus últimos momentos. Los dolores que le aquejaban a sus 56 años le impedían siquiera cabalgar, por lo que abdico dejando el trono a su hijo Felipe. Retirado al Monasterio de Yuste decidió ensañar su propio funeral aún con vida.

Así fue como el monarca por voluntad propia se introducía en el que sería su ataúd y acordaba hasta el último detalle de su funeral. Se tumbaba a escuchar las plegarias y oraciones que le dedicarían durante su último día en la tierra. Dando un espectáculo insólito, digno de conocerse para acudir a la feria de novela histórica madrileña con un dato curioso.

No obstante, los deseos del que fue emperador no se cumplieron al pie de la letra. Quería ser sepultado bajo el altar mayor del propio monasterio. Así, al oficiar las misas, el sacerdote pisaría su cuerpo simbolizando su sumisión ante Dios. Al final, fue enterrado en el Panteón de los Reyes en el Escorial.

 

Como ves, se trata de un personaje histórico singular que conseguiría por primera vez unificar los reinos de la Península Ibérica. Así como construir un imperio soberano, envidia del resto de las potencias europeas de su tiempo. Espero que disfrutes del itinerario de la novela histórica madrileña y te lleves un excelente recuerdo. Apúntate al Newsletter para estar al tanto de las novedades, ¡Qué tengas una semana de novela!