Uno de los acontecimientos que trastocan la vida de Lidia Warbouth es el anuncio de su matrimonio de conveniencia. Prometida con un coronel del ejército británico destinado en Calcuta, debe viajar hasta allí para el enlace. Aquí inicia uno de los giros argumentales más importantes de Bajo el mismo sol.
Los enlaces matrimoniales en el siglo XVIII
El concepto de amor romántico que impera hoy día brillaba por su ausencia en el siglo XVIII. En esta época, los matrimonios no se basaban en el amor conyugal.
Se trataba de matrimonios de conveniencia que perseguían fines muy alejados de la complicidad amorosa que tanto gusta a los lectores de la novela romántica. Casarse por mantener o mejorar el estatus social y la riqueza patrimonial eran los principales objetivos de estos enlaces.
El significado del matrimonio
Durante los años en los que se desarrolla Bajo el mismo sol, el matrimonio poseía una connotación muy diferente a la actual.
Al ser una unión materialista, los objetivos radicaban en tener descendencia que conservara el patrimonio y el apellido. Así como dotar a la familia de honor y prestigio. Contraer matrimonio se consideraba propio de una persona respetable.
Ante este significado, cualquier matrimonio de conveniencia introducía conceptos importantes como la dote, las arras y el patrimonio conjunto.
La importancia de la dote para la mujer
La dote se traduce como el conjunto de dinero o bienes que aportaban las mujeres al matrimonio. Al no poseer autoridad propia para administrarse, era el progenitor el encargado de facilitar la dote a la mujer.
Al final, el matrimonio se veía como una salida a la autoridad de un padre arbitrario o a la reclusión religiosa. Por otro lado, las arras eran los bienes que el marido entregaba a la esposa. Por tanto, elegir bien el cónyuge era esencial para asegurarse un futuro y gozar de cierta autonomía.
Etapas de los enlaces matrimoniales
Los matrimonios de conveniencia tenían diferentes etapas, siendo la primera los esponsales. Un documento donde el marido se comprometía a continuar el proceso matrimonial.
A continuación, se disponía la información de soltura. En ella se exponía la condición social y el estatus que poseían los novios. Después, se hacia una segunda proclama del matrimonio para estipular las condiciones.
Finalmente se llevaba a cabo el oficio religioso, por el cual se consolidaba el matrimonio de conveniencia. Como puede verse, este procedimiento se parece más a un contrato comercial que un acuerdo matrimonial actual.
El matrimonio de conveniencia clandestino
A veces, riqueza y clase social no iban ligadas. Algunas personas gozaban de una economía fuerte aún perteneciendo a una clase social baja. En estos casos, se habla de matrimonios clandestinos que solo gozaban de la protección eclesiástica.
Sin embargo, eran una buena forma de salvaguardar el honor de la familia y conseguir una economía más boyante. Por ello los matrimonios clandestinos beneficiaban a la familia de la mujer para justificar una reducción de la dote. Por supuesto, los asuntos económicos siempre repercutían en la vida en pareja.
Un matrimonio de conveniencia por poderes
Dentro del matrimonio de conveniencia era posible la ausencia de uno de los cónyuges o los dos. Por diversas razones podían ausentarse ya que el procedimiento prematrimonial podía durar mucho. En estos casos, la figura del cónyuge se representaba con la intervención de otra persona que actuara en su lugar.
En mi novela histórica, Lidia termina casada por poderes. La persona que representa su papel es su propio padre, Robert Warbouth. Esto trae una serie de consecuencias que descubrirás en la segunda parte de Bajo el mismo sol.
Apogeo de hijos bastardos
Como puede esperarse, la unión entre dos desconocidos atrapados en una relación sin amor terminaba en adulterio. En gran parte de los casos, se tenía conocimiento de numerosos hijos bastardos.
En el siglo XVIII, se promulgaron leyes que protegían el derecho a herencia de los hijos ilegítimos. Medidas que permitían reconocer los derechos de un hijo a pesar de no pertenecer al matrimonio principal. Por tanto, se tiene mayor conocimiento de la existencia de estos.
No obstante, y en vista de los convencionalismos sociales, el adulterio se trataba de manera diferencial para hombres y mujeres. Siendo estas mucho más estigmatizadas que el varón, debían limitarse a un papel sumiso y obediente.
Una pequeña esperanza para el amor
Aunque el enlace se estipulaba como un negocio, una relación amorosa duradera es más que una pasión momentánea. La convivencia y la superación de obstáculos son frecuentes en el matrimonio. Estas pruebas contribuyen a fortalecer una relación duradera y a fortalecer el respeto entre los cónyuges.
Es posible que una relación fogosa se enfríe y desemboque en aventuras extramaritales. Por ello, no existen razones para pensar que una unión calculada no desemboque en un amor duradero. Algo que yo misma explotaré en futuras creaciones literarias.
Este artículo es muy interesante para aquellos que escriben novela romántica. Puedes usarla para confeccionar el contexto histórico de tus obras. Por ahora, puedes deleitarte con la novela Bajo el mismo sol que tiene buenas dosis de esta temática.
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Oscar Wilde decía que se llama matrimonio de conveniencia a un matrimonio de personas que no se convienen en absoluto.
¿Crees que tenía razón?
En muchos casos estoy segura de que así es, pero el ser humano no se define por lo perfecto. Los modelos generales siempre tienen sus excepciones. Si el amor se consolida a través de la convivencia, el respeto y la superación de objetivos en pareja, también podía darse el caso de un matrimonio feliz a pesar de la frialdad del compromiso en sus inicios. De cualquier forma, esto también puede considerarse una excepción. En conclusión, Oscar Wilde podía estar más cerca de la verdad que yo.