Actualmente, el matrimonio se considera una unión voluntaria en la que impera el amor, pero no siempre fue así. Esta unión sacramental era la única forma de prosperar para las mujeres en la época victoriana. Por tanto, un acontecimiento de suma importancia donde el pretendiente debía ser elegido con cuidado. Para ayudarte con las tramas románticas de época, hablaremos del cortejo en la época victoriana.
Una unión imperecedera de gran importancia
Para las mujeres de la época la reputación de su pretendiente era tan importante como su posición. No solo debían tener una economía aceptable sino asegurarse de que su carácter fuera el adecuado. Hay que tener en cuenta que los matrimonios solían ser hasta la muerte de uno de los cónyuges. Incluso en los países donde se permitía el divorcio, la desunión no estaba bien vista. Además, los permisos solían otorgarse por adulterio y la aportación de pruebas solía ser desestimada. Razón por la cual se utilizaba el cortejo para alargar el proceso de conocer al futuro marido.
La importancia de la clase social
La clase social también adquiría un papel fundamental. Era inadecuado que un cónyuge de una clase se casara con otro de una distinta. Según los manuales de cortejo en la época victoriana, una persona cultivada no podría encontrar la felicidad al lado de una persona inculta. Pues, acabaría por aburrirla y buscar la diversión fuera del matrimonio. Una retórica que en la época era más que aceptable. Las rígidas normas sociales no permitían el contacto físico a menos que, al pasear, el terreno fuera desfavorable. Lo que hacía necesarias la implantación de unas medidas de comunicación muy sutiles.
El baile, el escenario perfecto para conocerse
Por supuesto, la presentación era el primer paso de todo cortejo, pero esta no se daba de cualquier manera. Los bailes eran el lugar donde las damas se ofrecían al “mundo” y donde se permitía un mínimo contacto. Aun así, iban flanqueadas por una chaperona, que vigilaba que todo se diera con el máximo decoro. Actuando como un filtro para despachar pretendientes molestos.
Los hombres no podían acercarse sin más a la dama, sino que tenía que ser presentados a través de otra persona. Una que conociera a ambos, para que el encuentro se diera de buenas maneras. O con una tarjeta de presentación que daba a la propia chaperona. Si la dama aceptaba, el hombre expresaba su deseo de volver a verla. Un consentimiento tácito ante el interés masculino.
El lenguaje de las flores
Este consistía en dotar de cada planta de un significado concreto y que el hombre pudiera comunicar sus sentimientos. De esta manera, evitaban los ojos vigilantes y las palabras acusatorias. Sin embargo, había muchos significados diferentes incluso para la misma flor.
Las camelias rosas significaban anhelo. En cambio, las rosas rojas, eran una declaración de amor. Otras flores como las orquídeas eran de una adquisición tan difícil que sugerían un alto nivel adquisitivo. Con ellas el pretendiente mostraba una gran admiración y pasión. Dependiendo de cómo se combinará con otras flores, del tamaño o su color, adquirían significados diferentes. De esta manera, un clavel rojo significaba admiración mientras que si era amarillo significaba rechazo. Había otras como la boca de dragón que en compañía de los jacintos significaba arrepentimiento por los errores.
Las flores se usaban para expresar sentimientos en todo tipo de relaciones, incluso fuera de la pareja. Por ello, la milenrama significa deseo de sanación y recibir crisantemos ser un buen amigo. El idioma floral era amplio y muy elaborado.
El arte del uso de los abanicos
Las mujeres mostraban sus sentimientos sin palabras, usando gestos elegantes con el uso del abanico. Esta práctica era muy usada en el cortejo en la época victoriana. Daba como resultado, un idioma tan complejo como el de las flores.
Dejar caer el abanico significaba que eras suya, cerrarlo de golpe que estabas celosa y apartarte el cabello de la frente, que pensabas en él. Lo mismo ocurría con las sombrillas, que conformaban significados diferentes según su uso. Abrirla rápidamente significaba que tuviera esperanzas y sostener la sombrilla cerrada en el brazo derecho, indiferencia. Si quieres conocer más significados dejo a tu disposición este enlace.
Las cartas de amor, el lenguaje entre enamorados
En esta época, los enamorados se carteaban con frecuencia. Una vez presentados, desarrollaban su apego mutuo mediante el envío de cartas de amor. Aunque estas solo se intercambiaban después de pasar una serie de restricciones.
Una vez que la dama aceptaba su compañía, estos podían cartearse sin mayores premisas. Sin embargo, los encuentros se reducían a paseos o efímeras reuniones en las que siempre estaba presente otra persona. Se consideraba deshonroso que una mujer recibiera a un hombre a solas, por lo que sus familiares intervenían en todos sus encuentros. Al menos hasta que el matrimonio se materializara.
La exclusividad como arma de doble filo
Una vez que un hombre cortejaba a una dama, debía darle una exclusividad. Era censurable darle falsas esperanzas a una mujercita inocente, una norma que la sociedad victoriana llevaba a rajatabla. Se sobreentiende que la elección debía pensarse muy bien. Una vez que se cortejaba a la joven, el matrimonio casi siempre se llevaba a cabo. Razón de más para elegir con cuidado la pareja.
Al igual que las mujeres ellos también tenían unos estereotipos a los que adaptarse. Un hombre respetable debía tener una familia y ser capaz de mantenerla. De lo contrario, se le consideraba un libertino y su reputación quedaba manchada. Por supuesto, el concepto de “amor romántico” no existía en la época. Los matrimonios se realizaban para mantener una posición o ascender de clase. Solo si tenían suerte acababan enamorándose de su cónyuge.
Estos son algunos de los conceptos básicos del cortejo en la época victoriana. Una sociedad de contrates, donde se mezclan las rígidas normas con los libertinajes más obscenos. Si quieres escuchar la historia de un amor imperecedero al otro lado del mundo, no te pierdas a Mumtaz Majal. Como siempre te invito a comentar y apuntarte al Newsletter para aprovechar los descuentos exclusivos. ¡Qué tengas una semana de novela!
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