Resulta complicado entender las motivaciones que permitieron la consecución de la masacre del Zong. Sin embargo, y cuando estudiamos historia, abandonar el pensamiento actual y ponernos en la piel de esas personas, resulta la única manera de comprender su manera de actuar. A través de una de las mayores atrocidades cometidas en los barcos esclavistas, la masacre del Zong nos enseñara como la esclavitud se veía para muchos contemporáneos del siglo XVIII.

Una decisión poco ortodoxa

En el año 1781 el barco inglés Zong zarpó de la isla de Santo Tome con 442 esclavos del que solo llegarían a Jamaica 208 esclavos. Durante su travesía, su capitán Luke Collingwood, teniendo más interés en el dinero que experiencia en travesías de ultramar, no realizó los cálculos pertinentes. Como consecuencia, el exceso de esclavos en un barco tan pequeño con una tripulación de apenas 17 personas produjo unas evidentes deficiencias en salubridad.

Las enfermedades no tardaron en propagarse por todo el barco no solo matando a numerosos esclavos sino también a miembros de la tripulación. Viendo peligrar su inversión, el capitán tomaría la decisión que otorgaría al barco el título de masacre del Zong. Su orden condenó a muerte a 133 personas que fueron arrojadas al mar sin ningún miramiento.

Unas motivaciones de lo más materialistas

Aunque actualmente no entendamos la rentabilidad de la esclavitud, muchos coetáneos consideraban esta práctica a un nivel semejante al transporte y venta de ganado. Era evidente que transportar una cantidad mayor aportaría una mayor cantidad de efectivo por su venta. Aunque igual de importante era calcular la cantidad de víveres necesarios para un viaje tan largo en aquellas circunstancias. Unos cálculos que podían volverse insuficientes si se cometían errores.

Es bien sabido que los errores de navegación alargaron el viaje, pero la decisión que le ganaría su reputación se debió a una consideración más materialista. Las enfermedades a bordo estaban diezmando la cantidad de esclavos y por tanto el dinero que recibiría una vez atracara en Jamaica. Teniendo en cuenta que el seguro no cubría las pérdidas por suicidio, muerte natural o enfermedad, solo se le ocurrió una alternativa. Salvaguardar la inversión y garantizar beneficios solo podía lograrse lanzando a los enfermos por la borda.

La masacre del Zong para timar a la aseguradora

Este tipo de viajes era habitual que los armadores tuvieran un seguro contratado que cubriera las muertes por abordaje o revuelta de los esclavos. Dentro de las peculiaridades de cada aseguradora se contemplaba la posibilidad de adherirse al principio de echazón. Este término se refiere a la acción de desechar parte de la carga del barco para salvaguardar el resto. Teniendo en cuenta, la consideración que se les daba a los esclavos, utilizar la echazón era un método justificado para asegurar una parte de los beneficios.

Al atracar en Jamaica el 22 de diciembre y tras vender el resto de la carga, el propietario del barco, William Gregson, reclamó a la aseguradora la suma de 4000 libras. Alegando que esta pérdida se debía a la escasez de agua a bordo, ganó el juicio en el primer encuentro. Sin embargo, la aseguradora consideraba estas consecuencias una negligencia de la tripulación y apeló. El caso fue reabierto por la Corte Suprema que con pruebas fehacientes de que había agua suficiente a bordo, terminó ganando el juicio.

El debate sobre la abolición de la esclavitud

Aunque no faltaran personas que no se plantearan la esclavitud como algo negativo sino como un simple negocio, también había personajes con opiniones opuestas. El abolicionista Granville Sharp solicitó que el juicio se tratara como el asesinato de 133 personas. El juez, sin embargo, no muy afín a los valores abolicionistas desestimó la acusación.

Esa decisión no desmotivo a Granville, que continuó hostigando al gobierno y usando la masacre del Zong para remover las conciencias de la opinión pública. La esclavitud sería oficialmente abolida en Inglaterra en el año 1807, aunque el tráfico de personas siguió practicándose. Lejos de frenar la práctica, la multa de 100 libras de la Royal Navy solo motivo a los capitanes esclavistas de lanzar la mercancía por la borda antes de los registros.

 

La esclavitud es uno de los pilares argumentales de mi novela histórica Bajo el mismo sol. Es cierto que para construir el perfil psicológico de los personajes esclavistas he tenido que desechar mi opinión hacía tales prácticas. Sin embargo, intentar entender las motivaciones que incentivaron acontecimientos como la masacre del Zong, es crucial para perfilar con rigor y verosimilitud este tipo de novelas. Así como, los personajes que intervienen e interactúan en la trama. Hablaré de este tema más adelante y te recomiendo que te apuntes al Newsletter para no perderte nada. Hasta el próximo artículo… ¡Qué tengas una semana de novela!