En el siglo XIX, la India se convirtió en la joya de la corona británica, cuyos productos más demandados aumentaron el poder del imperio. Aunque su ocupación llevaba en marcha siglos, fue en este periodo donde la India adquirió una verdadera importancia. Sin embargo, pocos saben cuales eran los productos más demandados en Europa durante aquellos años.

Pimienta de Malabar, el condimento ancestral

La pimienta es un condimento ancestral que lleva acompañando a la humanidad desde la antigüedad. Como uno de los productos estrella de la India, se exportaba a manos llenas ante la enorme demanda europea. La variedad cultivada en la región de Malabar sigue siendo hoy día una de las mejores del mundo.

En los siglos XVIII y XIX, las especias se consideraban una joya. La pimienta no solo se usaba para dar un excelente sabor a la comida, sino que tenía aplicaciones para conservarla. Uno de los problemas que acarreaban en aquella época era el rasgo perecedero de los alimentos. Las propiedades antisépticas de la pimienta permitían la conservación de carnes y pescados. Por otra parte, su fuerte aroma disimulaba el olor de los alimentos en putrefacción.

Té indio, el capricho inglés

Si existe una bebida en el mundo que asociamos con Inglaterra es el té. No obstante, el clima inglés no es nada adecuado para su cultivo. Antes del auge comercial del imperialismo, era un producto poco demandado en Europa. Desde el punto de vista histórico, el auge del té se debía más a la cultura que a sus beneficios para la salud. En la Inglaterra del siglo XVIII, el té permitía una bebida caliente para mitigar el frío, y era relativamente asequible para las clases bajas. Algunas familias de la época llegaban a considerarlo como una comida, y lo consumían como tal. Por supuesto, había distintas variedades, y era común aguarlo mucho para darle salida y aumentar los beneficios. No puedes imaginar los chanchullos alimentarios que llegaban a realizar algunos mercaderes de la época.

Con el índigo le damos color

El índigo también era uno de los productos más demandados de la India y también de los más antiguos. Este tinte característico y muy extendido entre los países asiáticos, se llevaba comerciando con Europa desde el siglo VII a.C. La India era una nación muy conocida por este producto y aportó a las arcas de la Compañía enormes beneficios. Por supuesto, era muy apreciado entre los ingleses de las clases más altas y entre los ricos de toda Europa. Aunque sea duro admitirlo, la ropa era un producto de lujo en la época. Al final, estrenar ropa colorida escapaba del alcance de una gran parte de la población.

La industria del tejido

Durante la revolución industrial y la aparición de maquinaria para acelerar la industria textil, los tejidos indios se revalorizaron. Ya vendidos en el viejo continente desde antes, contaban con una excelsa calidad. Los textiles más valorados de la india dentro la industria, eran el chintz y la muselina.

El chintz era un tejido fuerte que se usaba comúnmente en edredones, colchas y cortinas. Dado su brillo y resistencia también era muy usado para confeccionar vestidos con elaborados estampados. Por otro lado, la muselina, más fina y vaporosa se usaba en sombreros o el tul de los vestidos.  El valor económico que estos tejidos llegaron a aportar solo en el año 1740 alcanzó las 2 millones de libras. Una verdadera fortuna en la época.

La salitre, el producto de la guerra

Esta mezcla de nitratos comenzó un auge espectacular más aun en épocas de guerra. Aunque ya se usaba en la alfarería, el vidrio e incluso en la conservación alimentaria. Su utilidad bélica se debía a la importancia de la salitre para la fabricación de la pólvora. Desde un punto de vista químico, la explosividad de la salitre viene dada por la presencia del nitrógeno. Sus enlaces químicos son muy fuertes y en condiciones normales muy estables, pero la temperatura es su talón de Aquiles.

Por ello, si la temperatura aumenta los enlaces se rompen liberando una enorme cantidad de energía en poco tiempo. Produciendo un efecto similar al de abrir una olla a presión sin haber liberado el vapor. La explosión de Beirut, fue a causa de la rotura de los enlaces de nitrógeno de los productos almacenados. En épocas de guerra, tenía efectos devastadores en el enemigo y un peso económico para tener en cuenta.

Diamantes y piedras preciosas

Cuando se dice que la India era la joya de la corona británica era en muchos casos de una manera literal. Las minas de diamantes indias ya eran conocidas en la antigüedad y siguen siendo importantes en nuestros días.

Una anécdota sobre los diamantes aconteció durante los siglos XVII y XVIII. Un esclavo extrajo de una mina de Golkonda en el estado de Andhra Pradesh oculto un diamante de 410 quilates. Tras sustraerlo en una herida en su pierna, fue asesinado por un capitán de barco inglés que se quedo con el diamante. El propio gobernador de Madrás, Thomas Pitt compró el diamante a un mercader en 1701. Lo increíble es que ese diamante fue revendido al Duque de Orleans y siendo parte de las joyas de la corona francesa. En la actualidad está expuesto en el Museo del Louvre de París. Estos fueron los productos más demandados de la época, que contribuyeron a financiar numerosos proyectos británicos.

 

Mi novela histórica Bajo el mismo sol se desarrolla en parte en la India, y seguiré compartiendo información sobre este enigmático país. Puedes unirte al Newsletter para no perderte nada y beneficiarte de descuentos exclusivos. ¡Qué tengas una semana de novela!