Aunque las novelas se centren en la vida de los protagonistas resulta crucial crear un antagonista difícil de olvidar. Puede que la trama sea por si misma lo bastante jugosa para emocionar a tu público, sin embargo, incluir un antagonista les dará más dramatismo a los conflictos y pondrá más obstáculos al protagonista.

Al contrario de la opinión general, no es lo mismo un antagonista que un villano. En el primer caso se trata de una persona que complica la vida del protagonista, aunque no tiene por qué ser necesariamente malo. Puede tratarse de un amigo descarriado como el caso de Obito en la serie de anime Naruto Shippuden, que al final se arrepiente de sus acciones. O puede ser el caso opuesto, un villano con diversas motivaciones que por lo general es malvado. Aunque el límite entre la maldad y la bondad es muchas veces, una franja muy estrecha.

Asegúrate que tenga una verdadera motivación

Existen villanos que no necesitan un motivo aparente para perseguir sus objetivos, pero siempre es mejor asegurarse que tenga una verdadera motivación para llevarlos a cabo. Los antagonistas que no tienen ninguna motivación y solo les mueve el típico cliché de “dominar el mundo” no suelen caer en gracia a los críticos y tampoco a los lectores.

Sin embargo, aquellos que tienen un pasado que les ha permitido construir una filosofía de vida y fijarse determinados objetivos, dan una profundidad al personaje que les permite ser recordarlos incluso por encima de los propios protagonistas. ¿Te imaginas la saga de Star Wars sin Darth Vader?

No caigas en los extremos

Siguiendo la premisa típica para los villanos y el papel que ejercen en la trama los protagonistas, es fácil caer en los extremos, y confeccionar un villano que sea muy malo y un protagonista que sea un dechado de virtudes. No obstante, los personajes blancos o negros no son tan atractivos como aquellos que permiten que los matices los vuelvan, por así decirlo, más humanos.

Si haces que tu protagonista cometa errores mientras que el antagonista tenga un cierto sentido del honor o la palabra, harás la trama más entretenida y ambos personajes ganarán en profundidad, difuminando esa delgada línea que separa el bien del mal.  Un ejemplo bueno de esto sería Hannibal Lecter que, a pesar de ser un psicópata, tiene palabra y su personalidad provoca cierta simpatía. Aunque por supuesto nadie podría decir que el doctor Lecter es un hombre bueno. Este es un gran ejemplo de un antagonista difícil de olvidar.

No desprecies la inteligencia de tus antagonistas

Con el objetivo de enaltecer el papel de los protagonistas es común que muchos escritores desprecien la inteligencia de sus antagonistas. Esto es un error que deja al antagonista a la altura de un personaje mediocre que nada puede hacer ante la destreza y perspicacia de los personajes principales. Es absurdo pensar que una persona que recién descubre su potencial venga y derrote al villano/a que ha puesto en jaque a todo el mundo. Nadie se imagina a Harry Potter derrotando a Voldemort en el primer libro, cuando apenas es un mago novato. Le hizo falta bastante más tiempo para hacerlo y por el camino, perdió a muchas personas.

Lo interesante es que coloques al antagonista como un personaje que ponga a prueba a sus rivales y que sus aptitudes estén bien construidas. Déjalos ganar de vez en cuando y someter a los protagonistas, así harás brillar aún más ese momento en que por fin lo derrotaran. O puedes hacer todo lo contrario, ¿Quién dijo que el bien siempre tiene que vencer?

El antagonista también evoluciona

Como cualquier otro personaje de la historia el antagonista también evoluciona hacia una versión distinta a lo que era en un inicio. Puede redimirse gracias a que te has preocupado previamente de hacerlo humano y con unas motivaciones concretas que en un momento dado pueden cambiar. También puedes transformarlo en una versión aún peor que el villano/a que nos encontramos en un principio.

Te recomiendo encarecidamente que te tomes tu tiempo para describir la personalidad de tus personajes con algunos de mis consejos. También es recomendable que proyectes la personalidad del antagonista de manera que pueda afectar a la moral del protagonista. Las opiniones ajenas pueden variar los pensamientos de los personajes que aparecen en la trama. Un antagonista difícil de olvidar es aquel cuya filosofía puede persuadir al protagonista, haciendo evolucionar su pensamiento hacia una versión diferente. Utiliza al antagonista como un motor para hacer avanzar la trama.

Conecta al lector con tu antagonista

Una de tus principales preocupaciones creando historias debe ser procurar que tus personajes sean lo bastante verosímiles para que tu publico conecte con ellos. Por supuesto, es aconsejable que no dejes fuera de esta premisa a tus antagonistas.

Puedes enfocar la narración desde el punto de vista de este personaje y enseñarle al lector sus temores, sus preocupaciones y sus metas. Enséñale porque es así, porque actúa como lo hace. No lo reduzcas a un personaje mediocre parecido a una mosca molesta. Te dejo el análisis en video de uno de los villanos mas increíbles que he visto. El Coronel Hans Landa, el villano de Malditos Bastardos, un antagonista difícil de olvidar.

Hay muchos tipos de antagonistas y aumentaremos el conocimiento de ellos en el siguiente artículo de Consejos para escritores. Por ahora eres libre de comentar y si quieres seguir las publicaciones no dudes en apuntarte al Newsletter. ¡Qué tengas una semana de novela!