Navegar en un barco de línea planteaba unas dificultades que solo la tripulación podía solventar. En esta sofisticada ciudad flotante, las tareas se repartían entre profesionales de todo tipo. Repasaremos uno a uno el papel fundamental de estos personajes. Desde el escalafón más bajo hasta el papel más importante. Una interacción que seguía un estricto orden y su mala gestión podía poner en riesgo a todo el barco.

La búsqueda de experiencia a bordo

Los ocupantes que embarcaban en busca de experiencia y con el objetivo de escapar de la pobreza ocupaban el escalafón más bajo. Conocidos como pajes y grumetes, lo único que les diferenciaba era la edad. Los pajes solían ser niños de corta edad, mientras los grumetes solían contar con 15 años. Aunque la edad no fuera algo definitorio de ambos términos sus funciones eran semejantes.

Los más jóvenes solían ocuparse de las tareas domésticas o servían de criados a los marineros de mayor rango. El cuidado de animales podía también recaer en ellos, así como las tareas de servir la comida o la limpieza. Las tareas más peligrosas como trepar a lo alto de las velas, también recaían en ellos. Aunque su cometido se dejaba con los grumetes por ser, tradicionalmente de mayor edad. Sin embargo, el sueldo no reflejaba la peligrosidad de sus labores, siendo este en algunos casos inexistente.

Los trabajadores esenciales fuera de la jerarquía naval

Había algunos profesionales que eran de total importancia en los navíos de línea. A pesar de que sus labores a bordo no estaban vinculadas al manejo del barco. Los cocineros eran un pilar esencial para ocuparse de la nutrición, pero sobre todo administración de los alimentos a bordo. Mientras que los cirujanos, médicos y curanderos eran de vital importancia en caso de accidentes o enfermedades, algo común teniendo en cuenta como era viajar en este tipo de barcos.

Aunque esto no pueda aplicarse a un barco mercante, los barcos de guerra requerían sus propios profesionales. El manejo del armamento, como los cañones, eran la responsabilidad de los artilleros. Encargados de su mantenimiento y por supuesto, de su manejo en combate, eran esenciales en el conflicto. Fuera de lo que pueda parecer, los marineros normalmente no tenían nociones militares. Por tanto, los conflictos bélicos en alta mar requerían de una tripulación militar. Esta era una de las razones por lo que mantener un barco de guerra era tan caro.

Los oficiales navales de mayor rango

Cualquiera de nosotros es capaz de identificar al capitán como el máximo exponente de obediencia naval. Se ocupa del liderazgo tanto del barco, tripulación y pasaje. Como tal debe responsabilizarse de la seguridad de estos y del gobierno de la embarcación. El primer oficial detrás de la figura del capitán se conoce como maestre. Tradicionalmente era el encargado económico del barco, aunque podía sustituir al capitán en sus funciones en caso de fuerza mayor. Detrás de este, estaba el contramaestre. Sus responsabilidades se centraban en asegurar el mantenimiento y manejo del barco, así como las mercancías. En mi novela Bajo el mismo sol tenemos a Jamal Bashir como capitán. Mientras que Jeremy Conner y William Arrow ocupan el puesto de primer oficial y contramaestre respectivamente.

Algunos puestos menos conocidos como el piloto, se encargaba de fijar el rumbo en ámbitos fluviales. Por otro lado, los maestros de vela expertos en el manejo y mantenimiento de las velas o los carpinteros para solventar cualquier mantenimiento del navío eran esenciales. Desde un punto más espiritual, se incluía con frecuencia en el viaje la figura del capellán. Este sacerdote daba un apoyo moral a todos los tripulantes que en momentos críticos podía llegar a ser esencial. Benito Galache es el sacerdote de mi novela, que se encarga de la salud moral de tripulación y pasaje. Por último, tenemos al escribano, el hombre que se encargaba de escribir o copiar a mano todos los documentos de importancia en el navío.

Una compleja maquinaria náutica

La cosa se complicaba cuando nos metemos en una fragata de guerra. Los rangos militares dificultaban aún más la jerarquía naval. Sin embargo, una goleta podía manejarse perfectamente con una tripulación de 15 hombres, teniendo en cuenta el tonelaje. Por tanto, no era necesario una tripulación colosal mientras tuvieran un papel experto y definido.

Esas visiones fantasiosas como muestran películas como Piratas del Caribe donde un barco pueden tripularlo solo dos hombres, no podían darse. Cualquier problema a bordo debía ser solucionado lo antes posible y no me imagino a ninguno de los dos expertos en carpintería. De cualquier forma, se trata de una entretenida producción de Disney.

 

Todos los tripulantes del Titán del Índico tienen su papel en el manejo del barco que se desvelará en las siguientes obras. Espero que este pequeño avistamiento naval te haya gustado. Nos vemos la semana que viene, puedes apuntarte al Newsletter si aún no lo has hecho. Gracias por tu apoyo, ¡Qué tengas una semana de novela!