En los primeros pasos que damos como escritores, escuchamos la importancia del arte de mostrar y no recrearnos en contar milongas.  Sin embargo, ajustarte a este consejo puede llegar a ser frustrante y hacer que te cuestiones cada palabra que pongas. No te preocupes, aplicarlo correctamente es más fácil de lo que aparece.

Muestra la escena a tu lector

Cuando escribimos sentimos la necesidad de perfilar el escenario, los personajes y la acción como los imaginamos en nuestra mente. Razón por la cual, damos sin darnos cuenta, demasiadas explicaciones. Queremos que el lector sea capaz de construir en su mente el mismo escenario que imaginamos nosotros como autores. Hasta tal punto puede llegar nuestra obsesión, que empezamos a describir todo sin preguntarnos lo más esencial ¿Hace falta tanta información para que se entienda?

Uno de los mayores pecados del escritor novel es subestimar la inteligencia de su lector. Hablamos sin parar y no permitimos que el lector vea la escena. Se la contamos, como si fuera un niño pequeño que necesita en todo momento la supervisión de un adulto. Luego nos preguntamos porque cierran el libro e intentan hacer triple en la basura.

La razón es simple. No estamos mostrando lo que sucede. Nos enfocamos tanto en descripciones superfluas que pasamos por alto aquellas que hacen avanzar la historia. Aquellos detalles que dan pistas sobre lo que sienten los personajes y como va a desarrollarse la trama. Este arte se entiende mejor cuando lo escenificamos con un ejemplo.

El poder de la imaginación

Imagina una discusión entre un hombre y una mujer. La mujer consigue salir de la habitación y llegar a la escalera. Él consigue alcanzarla y comienzan a forcejear entre ellos. Veamos las diferencias entre contar y mostrar.

CONTAR:  Estaba desesperada por alejar a ese hombre, cuya obsesión por ella le había empujado a matar a su marido. Consiguió salir al pasillo con él siguiéndola.  Aterrada consiguió llegar a las escaleras. La sujetó de la manga del vestido intentando someterla. La tela se rasgó. La mujer calló por las escaleras precedida por el ruido de las maderas. Abandonó la casa antes de que la sirvienta llegara al vestíbulo.

MOSTRAR: En su mente, solo estaba el pensamiento de alejar a ese hombre, cuya obsesión por ella le había empujado a cometer actos atroces. Consiguió salir al pasillo escuchando los pasos tras ella. Aún recordaba aquella mirada exenta de remordimientos. Su corazón golpeaba su pecho cuando llegó a las escaleras. Sintió sus ásperas manos apresando la manga de su vestido. La tela se rasgó.  Abandonó la casa antes de que la sirvienta llegara al vestíbulo.

¿Has pillado la diferencia? Contar significa describir exactamente lo que pasa. Mostrar se trata de sumergir al lector en la escena. No hace falta decir que estaba desesperada y aterrada. La descripción anterior, es suficiente para que el lector llegue a esa conclusión y su posterior desenlace. La clave está en dominar el arte de mostrar y no contar milongas. Estructurar los capítulos de tu novela también te ayudará a guiar a tu público.

La virtud del término medio

Pensaras que mostrar es infinitamente mejor que contar, pero te equivocas, la virtud se encuentra en el término medio. Debes ver la acción de mostrar como lo que es, una herramienta y como tal, debes usarla con cabeza. Para pulir tu forma de redactar y conseguir una obra completa e interesante. Deberás combinar ambas en su debida medida. De la misma forma que no puedes construir una casa solo con unos alicates, no puedes escribir un libro solo mostrando escenas.

Contar puedes usarla para las descripciones de lugares e incluso para los diálogos. Mostrar podrás usarla para la ambientación y la descripción de los sentimientos de los personajes. Debes preocuparte de no aplicar ninguna de ellas en exceso, sino las convertirás en un defecto. Este error puede llevarte a un pecado mayor, destruir el desarrollo de la trama. Sin intriga y despejando todas las incógnitas nada más plantearlas, no podrás enganchar a tus lectores. Acabarás por aburrirlos.

Una buena forma de practicar esto, sería describir la escena de una película. La próxima vez que veas una, pregúntate ¿Cómo te das cuenta del estado de ánimo de los personajes? ¿Cómo intuyes que seguirá la trama?

El padrino, es un libro que utiliza muy bien ambas técnicas. Además, es una de las novelas mejor plasmadas en el cine. Puedes ver el estudio de la imagen en este video y ver como las luces juegan un papel importantísimo en el desarrollo del personaje de Michael Corleone. A través de ellas y sin palabras nos muestra su evolución. ¿Te atreves a plasmar la escena en un cuaderno? 

La inteligencia visual

El ser humano es una animal con inteligencia visual. Por eso los niños aprenden más a través de imágenes que leyendo textos interminables. Con los adultos pasa lo mismo. Te propongo un reto. Elige una imagen cualquiera de tu casa y escribe todo lo que sale en ella. Después elige a un miembro de tu familia y muéstrale el texto y la imagen (por separado obviamente) durante 1 segundo. Verás como te describe algo de la imagen pero no podrá hacer lo mismo con el texto. Aprovéchate de esta condición biológica de nuestra especie y úsala en tus novelas.

Un detalle adicional es qué eliminando las descripciones innecesarias, acortaras tu novela y será más barata de cara a la edición. Por supuesto, todo esto se pule con el tiempo y la práctica. Deberás escribir mucho para encontrar tu estilo e ir corrigiendo a medida que avances. La disciplina es esencial. En palabras de Thomas Edison sería algo así:

El genio es resultado de 1% de inspiración y un 99% de transpiración.

Sigue este consejo, practica todo lo que puedas y antes de lo que te imaginas, dominarás el arte de mostrar y no contar milongas. Puedes unirte al Newsletter para no perderte nada y obtener descuentos. ¡Qué tengas una semana de novela!