Llega un momento en la vida que consideras tu éxito poco merecido y crees que no mereces el fruto de tus logros. Todo ello, se debe a que sufres el síndrome del impostor. Esta tara psicológica puede acarrear un estrés adicional que no le hace ningún bien a tu indudable talento. Por ello, te voy a dar unos consejos para lidiar con este invitado no deseado.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome del impostor?
Antes de ponerte a la tarea de tratarte sobre un síndrome psicológico como este, es adecuado asegurarse de que lo sufres. Si eres una persona exitosa que siente que sus logros son inmerecidos es probable que lo padezcas, aunque hay más señales que te advierten de esta dolencia.
El miedo a fracasar es un síntoma que aqueja a la gran mayoría de profesionales de cualquier área y aunque no lo creas la falta de autoconfianza es la principal causa de los fracasos. Esta desconfianza en tus habilidades te hace perseguir de manera incansable la perfección hasta tal punto que sientes que tu trabajo nunca esta lo bastante afinado. Si además eres una persona que se atormenta por los errores del pasado y tu comunicación interior esta llena de mensajes negativos, mucho me temo que sufres sin lugar a duda el síndrome del impostor.
La exposición al éxito
Este caprichoso síndrome tiene la costumbre de aparecer de repente en momentos de éxito y puede amargar la gratificación personal que debería traer consigo el fruto de tu esfuerzo. En mi caso, el día que publiqué mi primer libro Bajo el mismo sol, adquirí un montón de responsabilidades adicionales y empecé a recibir muchas alabanzas de personas que habían leído la primera parte. Estos elogios produjeron en mi una necesidad de mantener un nivel elevado en cuanto a profesionalidad, calidad y documentación. Hasta tal punto, que a veces siento no estar lo bastante preparada para hablar de un tema e incluso temo por las preguntas que puedan hacerme. A veces me obsesiono tanto con la perfección que tardo un montón de tiempo en pulir los aspectos técnicos de mis novelas, ya no hablemos de la parte de la trama.
No importa lo grande o pequeño que sea un éxito. Un premio, una reseña positiva, una avalancha de ventas, cualquier evento que te coloque ante la opinión pública, puede convertirse en una constante ansiedad por dar siempre lo mejor. Sin embargo, lidiar con este síndrome es posible para cualquiera y hasta puedes convertirlo en una fuente de motivación.
El síndrome del impostor y la fobia social
Por si no tuviéramos bastante con el síndrome del impostor en ocasiones se le puede sumar el trastorno de fobia social. Esto agrava todavía más el problema y como se dice en España, «éramos pocos y parió la abuela». Los escritores somos personajes públicos y si quieres vivir de tus obras, tendrás que promocionarlas y aparecer en los medios, redes y ferias habitualmente. Cuando una persona es extrovertida por naturaleza no le afecta demasiado, pero si eres una persona tímida, de esas que temblaban como una hoja cuando tenía que exponer un trabajo en el colegio, no te sentirás bien hablando en público.
Yo siempre he sido una persona muy introvertida y no me siento a gusto en grandes aglomeraciones de personas. A pesar de ello, intento exponerme siempre que puedo para perder el miedo a ser observada y juzgada, y poco a poco lo consigo. Eso no quiere decir que no lo pase mal de vez en cuando. Hace poco, estaba en el bar de un amigo y le comento a unos clientes que era escritora de novela histórica. Uno de ellos me pregunto sobre una dama romana y cuando no le conteste me miró como si fuera lerda. Sin embargo, aunque te pasen cosas así no debes sentirte mal, pues ni siquiera los historiadores profesionales se saben todos los personajes históricos de todas las épocas. Yo que escribo a finales del siglo XVIII, estoy bastante lejos de la Antigua Roma.
Diferencias entre hombres y mujeres
Según una encuesta realizada en Reino Unido a 3000 personas, el 66% de las mujeres son susceptibles de padecerlo en contraposición con el 56% de los hombres. Este estudio lo llevaron a cabo OnePoll, miembros de la Sociedad Europea de Opinión e Investigación de Mercados, a nombre de Access Commercial Finance.
La construcción social y el juego de roles tradicional a lo largo de la historia provocan respuestas diferentes en cuanto al merecimiento de los logros según el género. Las mujeres tendemos a atribuir nuestros éxitos a causas temporales mientras que los hombres se sienten más inclinados a justificarlos por sus habilidades propias. Con el fracaso ocurre algo similar, y mientras los hombres los consideran a causa de una mala racha, las mujeres lo asocian a una falta de habilidad.
Desde luego, siglos de civilización a nuestras espaldas han contribuido a que tanto hombres como mujeres se ajusten a un determinado molde social, en el que las mujeres no están tan involucradas en el mundo profesional como su contraparte masculina. Aun así, seas hombre o mujer, y dado mi poca inclinación al victimismo, hay una serie de pautas a seguir para mejorar nuestra autoestima. ¡No lloriquees y ponte a ello!
Trucos para echar al impostor que hay en ti
Esta claro que el miedo es la principal causa del síndrome del impostor y este a su vez, se debe a una falta de confianza en las habilidades necesarias para sortear ese obstáculo que nos hace sentirlo. Por eso, mejorar la autoestima se convierte en uno de los principales objetivos para acabar con este trastorno. Sé consciente de tus debilidades y lucha para mejorarlas.
Compartiré contigo uno de los mejores consejos que me han dado en toda mi vida. «Haz cada día algo que te de vergüenza». Para aquellos que sufren además de fobia social es un gran consejo para salir de tu zona de confort. A medida que te adentres en lo desconocido te sentirás cada vez con más seguridad hasta que lo hagas de manera automática. La próxima vez que te sientes en el metro, ¿Por qué no charlas con el que tengas al lado?
Deja fluir tus sentimientos
Atormentarse por los errores es algo típico de los que sufren el síndrome del impostor. Por eso, la próxima vez que hagas algo que te atormente, quiero que lo escribas en una hoja. Cuando lo hagas, léela en voz alta y si es posible frente al espejo. Después contrataca las reflexiones negativas con pensamientos positivos. Por ejemplo, puedes repetir esta frase: «Acepto lo que ha pasado y no me atormento por ello. Soy merecedor/a de mi éxito y no permitiré que mis errores pasados determinen mi presente ni mi futuro» Después puedes romper el papel o quemarlo si te parece más artístico, pero recuerda, si los sentimientos negativos te convierten en una víctima, ¿porqué no iban a funcionar los positivos para contrarrestarlos?
La lista de los éxitos
Puedes hacer una mural o una lista y colgarla en tu habitación, tu despacho o cualquier lugar que tengas siempre a mano. Allí puedes apuntar todos tus éxitos, por pequeños que sean y en momentos de zozobra, verás como te dan fuerzas renovadas. Antes de que te des cuenta te quedaras sin paredes. Desde luego, debes celebrar todos tus éxitos. Si te gusta ir al cine, y has conseguido terminar ese proyecto al que tanto tiempo y esfuerzo has dedicado, ¿Por qué no te tomas la tarde libre y disfrutas de una buena película?
No te aísles en tu mundo interior
El último consejo que te daré es que no te guardes los problemas para ti. Tus tormentos son los mismos que sufren la gran mayoría de la gente y hablar sobre ello es un método infalible para desahogarse. No se trata de retroalimentarse en lo malo y obsesionarse, sino en dejar ir lo malo para dejar espacio a lo bueno. Deportes como el yoga o la meditación también pueden ayudarte a controlar los niveles de estrés y la obsesión por el perfeccionismo. Hay una serie en Netflix que esta teniendo mucho éxito y que trata sobre el síndrome del impostor, llamada Valeria.
Espero que estos consejos te sirvan para deshacerte del síndrome del impostor y aprendas a disfrutar de tus éxitos. Apúntate al Newsletter si todavía no lo has hecho para no perderte nada y conseguir beneficios exclusivos. ¡Qué tengas una semana de novela!
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