Las prisiones han sido siempre un núcleo de miseria y muerte, pero el agujero negro de Calcuta se ha abierto un hueco escalofriante en el recuerdo. A pesar de ser producto de una negligencia, fue un confinamiento cruel que se llevo por delante la vida de muchos en una sola noche.

La impulsividad de un joven nawab

Este desastroso acontecimiento fue producto de la impulsividad de un joven nawab que recién empezaba su andanza política. Durante el año 1756, la Compañía de las Indias Orientales estaba en plena campaña comercial en las lejanas tierras de la India, donde gozaba de ventajosos acuerdos con el gobierno local.

Ante la rivalidad que representaban los franceses, el gobierno británico comenzó a extender sus fortificaciones alrededor de sus factorías. Algo ilegal, pues el acuerdo no permitía ni a ingleses ni franceses realizar las reformas. El nawab Siraj-ud-Daula, que había ascendido al trono hace poco y que contaba con solo 21 años, lo consideró, no sin razón, un desafío a su autoridad.

A raíz de eso, y ante la indiferencia del gobierno británico ante sus advertencias, envió un enorme ejercito sobre Calcuta. Los escasos ingleses y otros europeos que habían permanecido en la ciudad se refugiaron en el Fuerte William, con escasas esperanzas de resistir los embates de su ejército. Unas esperanzas que desaparecieron por completo el 20 de junio de 1756 cuando el gobernador interino John Zephaniah Holwell, ordenó la rendición.

Regocijo y toma de prisioneros

Ante la imponente victoria sobre las fuerzas de la Compañía, se extendió un ambiente de regocijo y una considerable toma de prisioneros. Aunque la mayoría de los rendidos no fueron maltratados y hasta algunos liberados, la negligencia de algunos oficiales condenaría a una muerte lenta a algunos de ellos.

Sin autorización del nawab, 64 prisioneros fueron encerrados en una celda de la prisión del propio fuerte William. Holwell tuvo la desgracia de ser uno de los prisioneros y su testimonio nos permite imaginar las condiciones en que fueron encerrados. En apenas una celda de 14 por 18 pies pasarían toda la noche en condiciones que hoy escandalizarían a cualquiera. Esta prisión pasaría a la historia como el Agujero Negro de Calcuta.

Una noche en el infierno

La experiencia de Holwell y de otros 63 prisioneros en un cubículo tan pequeño, puede asemejarse en más de un sentido con pasar la noche en el infierno. Por si la oscuridad no fuera suficiente tormento, la gran cantidad de personas aprisionadas en una habitación sin apenas ventilación, transformó la experiencia en un evento sofocante.

Los hombres no tuvieron más remedio que irse quitando las ropas para alejar el calor que los atormentaba y ni siquiera eso era suficiente. Las suplicas de agua eran constantes y en la mayor parte del tiempo, no se les permitió dar un sorbo. Sin embargo, en algún momento de la noche, un militar indio decidió acceder a las peticiones de los prisioneros.

La desesperación por alcanzar la preciada agua provocó una gran avalancha contra la única ventana que había en la prisión. Entre alaridos, suplicas, golpes y peleas, muchos hombres perdieron la vida aplastados por sus propios semejantes. Es devastador imaginar que un acto puntual de compasión produjo semejante desenlace. Otros murieron asfixiados, incapaces de soportar aquel infierno. La luz del amanecer y el sonido de las bisagras debió de ser como música celestial para los 21 supervivientes.

Las represalias de la Compañía

El conocimiento de lo ocurrido en Calcuta, aunque probablemente más exagerado que la realidad, permitió un campo de cultivo perfecto para las represalias de la Compañía. Fue el coronel Robert Clive el elegido para vengar la humillación y recuperar Calcuta de las manos de Siraj-ud-Daula.

Con ese objetivo y a través de serias conspiraciones políticas contra el nawab, Clive consiguió dominar la situación en la batalla de Plassey. Derrotó a las numerosas tropas indias, aunque más por las conspiraciones dentro del ejercito del nawab que por la fuerza militar. Como consecuencia recuperó Calcuta y la alegría que embargaba el espíritu indio se hundió con mayor rapidez de lo que ninguno había imaginado.

Sustituyendo a Siraj-ud-Daula por un nawab a su entender más manejable, la Compañía de las Indias Orientales consiguió recuperar sus privilegios comerciales y afianzar el poder inglés en la zona. Muchas otras contiendas, traiciones y conflictos sucederían en los años siguientes, pero el recuerdo de lo ocurrido en el Agujero Negro de Calcuta ocuparía un lugar crucial en la memoria de los que lo sufrieron.

Otra experiencia cruel era la que sufrían los púgiles antes de que se inventaran reglas en el boxeo. En un tiempo donde el espectáculo estaba por encima de la vida. 

La historia de la India es apasionante y precisamente por ello, la elegí para ubicar mi novela Bajo el mismo sol. No dudes en utilizar estas historias para inspirar tus tramas. Puedes compartir tu punto de vista en los comentarios y si no te gusta perderte ninguna curiosidad de la historia, apúntate al Newsletter. ¡Qué tengas una semana de novela!