En Europa existen innumerables atrocidades a causa de las guerras de religión, siendo la matanza de San Bartolomé una de las más recordadas del siglo XVI. Un cruel acontecimiento que tiño de rojo las calles de París con una estimación de 3000 muertos en una sola noche. Si quieres escribir novela histórica centrada en guerras religiosas, este es un episodio de obligado estudio.
La religión como fuente indiscutible del conflicto
Si algo caracteriza la evolución socio-política de Europa en este período es la fragmentación de la Iglesia. Desde la llegada de Lutero, el cristianismo fue fragmentándose en diversas doctrinas donde cada potencia adoptaba la más conveniente en su caso. En términos generales podían distinguirse a los católicos que seguían las doctrinas papales y los protestantes cuyas reformas los apartaban del poder absoluto de esta figura. La fragmentación religiosa es de tal importancia, que es imposible hablar de la historia de Europa sin nombrarla. Fueron los conflictos acarreados de estas discrepancias los que produjeron la matanza de San Bartolomé, aquella noche del 24 de agosto de 1572.
Las diferencias entre hugonotes y otras ramas religiosas
Los hugonotes era una rama protestante que seguía las enseñanzas de Juan Calvino y que son conocidos como calvinistas. La diferencia más notoria con otras ramas protestantes como el luteranismo, es la relación de los súbditos con el poder establecido. Lutero opinaba que el vulgo le debía lealtad ciega al poder establecido, pues este era portavoz directo de Dios. Mientras Calvino, opinaba que un verdadero seguidor de la fe solo debía seguir las Sagradas Escrituras. Bajo su punto de vista, la rebelión estaba justificada si las arbitrariedades del soberano iban en contra de la fe. Su Opera Selecta comienza así.
«Confesamos que, como regla para nuestra fe y nuestra religión, sólo queremos seguir la Sagrada Escritura, sin inclusión de pensamiento humano alguno»
Otras muchas son las diferencias entre las ramas protestantes, pero la fuente de los conflictos religiosos venía en esencia por el principio de Cuius regio eius religio. Este concepto estipulaba que los súbditos debían lealtad religiosa y política al monarca, es decir, no podían procesar una fe distinta a este. Semejante pensamiento entraba en conflicto con la doctrina calvinista y la enfrentaba con otras reformas protestantes y también con el catolicismo. Fueron las discrepancias con este último los que produjeron la matanza de San Bartolomé.
Un país católico con elevada influencia protestante
En esos años Francia se encontraba en una crisis de fe con los hugonotes y los católicos enfrentados entre sí. Ambos bandos recibieron ayuda de diversas casas nobiliarias de Europa para llevar a cabo sus campañas militares, iniciando las Guerras de Religión en 1562. La matanza de San Bartolomé esta encuadrada en la cuarta guerra de este acontecimiento bélico.
Una vez terminado la tercera guerra y firmado la paz el 8 de agosto de 1570, Francia se convirtió en un país con libertad de conciencia y culto. Con el objetivo de apaciguar los ánimos el líder de los hugonotes, Gaspar de Coligny se unió al consejo real de Catalina de Médici y su hijo Carlos IX. A pesar de los intentos de unir en matrimonio a la católica, Margarita de Valois con el protestante Enrique de Navarra, las tensiones no desaparecieron. El atentado que sufriría Gaspar de Coligny, fue el punto de inflexión para encender de nuevo la mecha.
La fatídica madrugada de San Bartolomé
Aunque existen discrepancias sobre quién atacó al líder hugonote, los católicos fueron señalados de inmediato y las tensiones acumuladas terminaron explotando. Se dice que los católicos atacaron por el miedo a represalias protestantes, aunque todo apunta a una psicosis. Algo muy parecido a lo que sucedió con las Brujas de Salem. De cualquier manera, se acordó la ejecución de los líderes hugonotes a excepción de Enrique de Navarra y el príncipe de Condé.
Los nobles protestantes fueron sacados del palacio del Louvre y masacrados en la calle, entre ellos el propio Coligny. Sin embargo, la masacre se descontroló y se convirtió en una caza indiscriminada de cualquier hugonote que se avistara. Se estima que 3000 personas murieron solo aquella noche en París. Desgraciadamente, la sed de sangre se extendió por todo el país y los hugonotes aumentaron sus bajas de 10000 a 20000 personas en toda Francia. Un día que quedaría marcado en la memoria de todos los franceses.
Esta es una muestra de lo que los humanos pueden llegar a hacer. Incluso con los avances tecnológicos que tenemos para recrear películas bélicas, se te ponen los pelos de punta al imaginar esto. Leer sobre este periodo te puede ayudar a darle realismo a tus obras. Puedes comentar y apuntarte al Newsletter para obtener descuentos exclusivos. ¡Qué tengas una semana de novela!
Cada guerra que hubo, hay y tal vez habrá… Han sido, son y serán males que degradan al género humano; saca a relucir todo lo peor.
Me remitiré a una frase de Robert Warbouth, un personaje de Bajo el mismo sol en relación con las guerras. «Las guerras son un síntoma de debilidad y acontecen cuando los errores que hemos cometido son insostenibles»